Estaba tranquila mientras veía por mi ventana pasar grandes edificios vestidos para la ópera, junto con elefantes y globos sonrientes, mientras mi casa se preparaba un café, yo estaba sentada sobre un antiguo baúl que mi madre me había regalado cuando pequeña que tenía cosas muy raras como papeles de dientes colores con números y dibujos además de pequeños discos brillantes que no entendía que eran pero me gustaba imaginar que hacia mi madre con ellos o de donde los había encontrado, de repente siento como algo se mueve fuera de mi ventana levanto la vista y era un dinosaurio pequeñito con dos colas de color rosa y azul quien esbozaba felicidad, cuando me disponía a saludarlo me di cuenta que no tenía puesto mi traje de astronauta, me pare de un salto y corrí por los enormes y cambiantes pasillos de mi casa, mientras esta todavía no encontraba el azúcar para ponerle a su café , una vez encontré mi traje tuve que subir 30 pisos aunque mi pieza quedaba en el primero solo porque la casa no encontraba su azúcar pasa su admirado café pero una vez volví a la ventana vi al pequeño dinosaurio quien tenía una enorme sonrisa y agitaba sus dos colas además de un gigantesco algodón de azúcar con forma de arcoíris en una de sus patas y junto a él un perrito con disfraz de abeja quien me veía con cara de pocos amigos pero me acerque a acariciarlos y jugamos toda la tarde hasta que eventualmente me dio sueño y me fui a dormir a mi cama que me miraba y estaba feliz de verme otra vez; una vez me acosté soñé cosas muy extrañas como perros paseados por humanos, niños en escuelas, gente trabajando en cosas que no son felices o aun peor sin divertirse pero por suerte cuando desperté , el dinosaurio aún estaba allí.
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